MADRE
Y MAESTRA
Madre y maestra… la Hermandad donde el
pregonero vivió su juventud cofrade, donde definitivamente le fue inoculado el
veneno… ¡bendito veneno! Ese que sin antídoto posible nos hace soñar con un
compás flamenco, una ropa bien hecha y una recogida que nunca termina… Madre y
maestra.
El estilo que más tarde asumimos todos,
y que refleja un respeto absoluto por la liturgia, por el orden, por la
seriedad en su puesta en escena y, ¿por qué no? Por la representación alegre y
artística de la belleza y del gozo del misterio de la Redención del hombre, ha
sido desde su fundación –hace ya 31 años- ejemplo de amor incondicional a sus
Titulares, de vida plena de hermandad durante todo el año, y de búsqueda permanente
de la excelencia.
Lo demuestran sus impresionantes altares
de culto, monumentos efímeros de la Fe, donde la mano de los priostes deja cada
año su ofrenda particular al Hijo de Dios y a su Santísima Madre. Lo demuestran
sus triduos, quinarios, funciones, Rosarios de la Aurora, traslado solemne, y
los innumerables actos religiosos celebrados a lo largo de todo el año. Y lo
demuestra su brillante salida procesional.
El pregonero pasó 12 preciosas
primaveras bajo el sufrimiento de un Cristo torturado, y la mayor parte de
ellas bajo los cascos de un romano corcel y al calor de un zanco de madera… ¡me
invade la nostalgia! No se olvida así como así la raza costalera de una
cuadrilla sin igual, ni los dulces andares de la Señora ya de vuelta hacia el
innombrable… Y es que… cada cosa en su sitio… no merece ninguna Cofradía salir
de una cochera… por mucho que se haya querido dignificar un lugar, más que
apropiado para ensayar, pero poco o nada para realizar una Estación de
Penitencia como Dios quiere y manda.
Las cofradías ha de salir de su lugar
natural, que no es otro que el Templo donde están incardinados sus Sagrados
Titulares y donde reciben culto, llantos, agradecimientos y plegarias todos los
días del año. Si las características arquitectónicas de las desafortunadas
construcciones del difunto siglo XX no permiten la salida de los pasos, éstos
habrían de salir, al menos según mi humilde criterio, del lugar más cercano
posible al Templo… un lugar sencillo, sin innecesarias ostentaciones… pero en
la Parroquia o junto a ella, de manera que la profesión de Fe que representa
una Estación de Penitencia no pierda ni un ápice de la solemnidad que ésta
merece.
Fuente y Fotografía: http://hermandadflagelacionciudadreal.blogspot.com.es/
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